Saturday, March 30, 2013

Sobre el Verdadero Santurce

Mi generación vive en una época donde es muy fácil olvidar. Nos embrollamos tanto con las ocurrencias populares y divertidas que llegamos a un punto donde nuestras realidades individuales (pero similares) son cómodas. Así que creamos nuestras vidas de manera ideal para apreciar todos los días la belleza que es la vida. Familiares ideales, amistades ideales y relaciones amorosas ideales todo para hacer real la noción de que la vida realmente es el regalo más grande que se le obsequia al ser humano.

Claro es, en este mundo ideal también existe el sufrimiento, el dolor, la angustia y la tristeza. Pero lo bueno siempre termina eclipsando lo malo. Cosas como el trabajo, los estudios, la enfermedad y hasta la ocasional pelea. Pero al final del día no es suficiente para desfigurar la preciosa obra que es la vida que creamos.

Cuando estaba buscando apartamento para mudarme a Santurce uno de mis objetivos era mudarme a un lugar donde podía empezar a crear una vida ideal. Me concentre en lugares donde personas de mi generación vivían cómodamente y cerca de todos los lugares artísticos, intelectuales, de chileo (Chileo del ingles de Chill), de jangueo y de conveniencia. Busque en la Ponce De León, en Ocean Park, en Viejo San Juan y en Miramar. Al final (y por desesperación) termine mudándome en la Calle William Jones, casi en Barrio Obrero, pero en el sector dominicano de Santurce. No estuve muy complacido.

Pero de todos modos lo acepté y me quedé. Era conveniente considerando mis recursos y el tiempo. Y de todos modos llegue a Santurce, el lugar donde está naciendo una cultura artística e intelectual. Donde se puede chilear y janguear y donde tienes todo cerca. Pero la realidad mía era diferente a la realidad que tienen las personas de mi generación. Había más de Santurce subiendo por la William Jones, pero era otro mundo totalmente diferente al que mi generación está acostumbrado. Pero ese mundo yo lo he visto antes. Lo veía en los campos de Mariana tanto como lo veía en el barrio Guardarraya. Lo veía de camino a la escuela y volviendo del supermercado. Así que me sorprendió que mientras caminaba por estas calles mal mantenidas, con basura y mierda en las esquinas, no me sentía en peligro ni en estrés. Me sentía aliviado, como si hubiese encontrado un oasis personal.

Estas personas no están haciendo planes para salir en los días feriados, están en sus casas lavando el carro o limpiando la casa o viendo televisión. No están en un café disfrutando del día con sus amistades y hablando de lo nuevo, están en sus balcones conversando con la vecina sobre el clase de aguacero que viene por ahí. No salen en el carro para hacer un road trip a comer en Vaca Brava, salen en el carro para ir a la iglesia o para ir al supermercado. Su prioridad no es hacer una vida bella y preciosa con el fin de vivir en alegría, su prioridad es sobrevivir, y encontrar la poca felicidad disponible donde puedas.

Me identifico más con mis vecinos de Barrio Obrero que con mis colegas de Sagrado y la UPR. Y lo hago porque toda mi vida he sacrificado sentimientos para poder seguir adelante. El sentimiento de seguridad, el sentimiento de confiar en otros, el sentimiento de expresarme, el sentimiento de unidad familiar...

Aún así veo como mi generación puede vivir en felicidad. Pero una observación resalta sobre varias - El miedo que le tienen a estas comunidades y sus personas. Pueden decirte que fueron al caserío y se pararon al lado de un caco o que fueron a comprar Advil en una farmacia de pueblo. Negarán y negarán que no le tienen miedo a Barrio Obrero, pero te lo dirán desde la comodidad de un salón de clases o de un Starbucks en Condado. Pero en mil años se meterán allá adentro para caminar y relajarse. Para eso tienen Condado.

Es esta actitud que no puedo aceptar. Es este tipo de actitud que genera el pensamiento, que yo una vez tuve, que Santurce es arte, intelecto, chileo y jangueo. NO. Santurce es mucho más que eso. Santurce es sacrificar para sobrevivir. Cerca de mi vive gente real, con vidas reales y pensamientos reales que en sus vidas nunca han entrado a Tostado o han ido al Josco a ver Teatro Breve. Son personas que no le importa tres carajos de la controversia del Walmart porque al final del día los precios baratos les ayudan a sobrevivir. Son personas que no están interesadas en el Bici jangueo porque no hace sentido comprar una bicicleta que cuesta $600 cuando puedo ir en AMA por ¢50. Son personas que se han sacrificado toda su vida y deben continuar en su camino para sobrevivir porque es el único que están acostumbrados a vivir.

Que bueno que me mude a la William Jones y no a Ocean Park. No podría vivir tranquilo en un lugar donde todos se limitan a lo bueno y lo placentero. Donde no se atreven a bajar más allá del Walgreens de la Loiza porque allí termina lo divertido. No podría vivir en un lugar donde nadie está sobreviviendo, porque ya lo tienen todo.

Nuestra generación ha olvidado que existen personas que están tratando de sobrevivir la vida. Personas que no pueden hacer de sus vidas un paraíso porque no tienen el dinero ni el tiempo. Se les olvida que en Barrio Obrero hay personas reales con vidas reales, pero también con problemas reales. Los olvidan y mantienen su distancia porque no quieren desfigurar sus preciosas vidas con el miedo más pequeño. Porque no hay sentido tener que exponerme a la fealdad del mundo real, cuando mi vida es una fantasía real sostenida por el mantengo que proveen mis padres, la compañía que me dan mis amistades y las diversiones que me da mi amor.

Pero al fin y al cabo, es una fantasía. Y las fantasías son ficción. Y la ficción no es real. La vida no es real hasta que puedas apreciar tanto lo bello y lo precioso como lo malo y lo terrible.



Eric De León Soto