Saturday, April 2, 2016

Millenials Puertorros y Bernie Sanders

Los millenials me recuerdan a los cristianos - Están aquellos que andan con sus principios expuestos en su vestimenta, hay algunos que tiran un llanto de fé a aquello que creen es lo bueno o la salvación y creen firmemente en algo o alguien sin escepticismo alguno.

Cuando entré al Taller de Fotoperiodismo en Puerta de Tierra en la noche del 2 de abril me encontré precisamente con eso, un chorrete de millenials que están seguros de dos cosas: 1. La victoria de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos traería consigo los cuatro jinetes de la apocalipsis; 2. La victoria de Bernie Sanders es lo único que puede salvar el planeta y legalizar de una vez y por todas la marihuana.

Betsy Franceschini, exdirectora regional de la Oficina de Asuntos Federales de Puerto Rico en Florida y ahora directora del voto latino de la campaña de Sanders, fue la oradora principal en un evento dirigido a informar a la gente de esta Isla sobre los planes del senador por Vermont. Al iniciar resaltó sus raices Yaucanas y su trasfondo familiar pues proviene de una familia del working class, aludiendo a las similitudes entre su historia y la de su jefe. 

Curiosamente, relató que hace unos meses fue abordada por la campaña de la precandidata presidencial demócrata, Hillary Clinton (a quién los millenials consideran es más mala que Ultron), para formar parte de su equipo con el propósito de recaudar fondos. Poco después se le acercó la campaña de El Viejito (como le dicen los latinos en el estado de Nevada) para ver si formaría parte del equipo como la encargada de buscar el voto latino. Entre el dinero y la coordinación de votos, Franceschini eligió la última.

No obstante, durante su discurso tomó varias oportunidades (conté como ocho) para arremeter contra Clinton. Sea por la cobertura preferencial que le da CNN, o por no reaccionar a la aterrante Junta de Control Fiscal, o hasta por su modus operandi de criticar a Wall Street con la diestra y recibir Benjamins de los buitres postrados allí con la siniestra. De que es un hecho - claro. De que es politiquería señalarlo - sería un buen tema de debate.

Sanders y Oscar López Rivera

Ahora bien, si algo dijo Franceschini que retumbó el salón entero fue ante la petición de un Juan del Pueblo para que Sanders respalde la excarcelación del preso político, Oscar López Rivera. Ella afirmó que en efecto él apoya su excarcelación. 

Esta semana también fue noticia un estimado que hizo el precandidato a la gobernación por el Partido Nuevo Progresista (PNP), Pedro Pierluisi, sobre ese mismo asunto. A una pregunta sobre la posibilidad de que López Rivera pueda quedar libre, Pierluisi opinó que "el momento idóneo para que el presidente [Obama] conceda la misma sería al final de su incumbencia. 

Unas semanas antes un activista del Partido del Pueblo Trabajador (PPT) le gritó al rey de España, Felipe VI, "¡Justicia para Oscar López Rivera!" en medio del séptimo Congreso de la Lengua Española. Consecuentemente Oscar llegó a ser noticia internacional, al menos por un par de días. 

El apoyo de Sanders definitivamente podría tener un gran impacto sobre la exhortación ante la Casa Blanca para otorgar clemencia a Oscar. Ciertamente con cada reportaje o referencia que se hace a él crece la presión a favor de acción ejecutiva. Es un asunto humanitario y aunque Sanders lo podría usar con fines políticos, a fin de cuentas lo que importa en este tema es la exposición. Mientras más se jode, mejores posibilidades hay para ver acción.

Millenials + Sanders = ¿Votos?

Las respuestas de Franceschini reflejaron la naturaleza progresista de Sanders y dispararon los ánimos de los millenials allí presentes. Pero la verdadera razón de su comparecencia es por razones puramente electorales. Para convencerlos a sacar su tarjeta electoral y salir a votar.

Después de todo no es secreto que este age group es el más que favorece al senador. Pero si su trayectoria en el proceso primarista demócrata refleja algo es que estos jóvenes se jactan gritando a los cuatro vientos que Sanders es el macaracachimba que necesita Estados Unidos, pero se quedan en sus casas viendo la cabronada más reciente que se haya tirado Trump o Hillary. 

Al parecer, el próximo 6 de junio no solo se celebrarán las primarias partidistas en Puerto Rico, sino también la primaria demócrata que será abierta y en la cual se decidirá a quién irán los 66 delegados que tiene nuestra Isla. Cabe destacar que la primaria de California es el día después y ellos tienen 475 delegados, por lo que esa elección podría dar un panorama más claro de quién sera el candidato demócrata a la presidencia.

Promesas siempre habrán. Incumplimiento también.

Cuando Obama vino en el 2011 a comerse un medianoche con García Padilla, se interpretó como un endoso al funcionario quién hoy quieren botar por la ventana del cuarto piso de la Fortaleza. Ciertamente lo ayudó en su carrera a la gobernación, aunque desde la perspectiva del presente podemos ver como ese almuerzo realmente no cambió Puerto Rico en nada. Fue el foto-op del año.

Sanders viene a Puerto Rico, confirmó también Franceschini. El cuándo no lo especificó aunque podemos deducir que sería en algún momento previo a la primaria (cuando posiblemente ya tengamos sobre nosotros el Oversight Board). Ciertamente el precandidato presidencial apelará a nuestras pasiones, arremeterá contra los acreedores, señalará las prácticas ineficientes de nuestros políticos y prometerá (tal como hizo Obama) una solución final al estatus. 

¿Pero verdaderamente Sanders (si resulta electo presidente), se enrollará las mangas y le dirá al Congreso que acaben y otorguen a Puerto Rico la estadidad o la independencia? Dice Franceschini que Sanders sancionará al Congreso si no actúan sobre los resultados de otro referéndum de estatus. Me parece una propuesta audaz, aunque me recuerda a las multas que recibe el Departamento de Educación por incumplir con el pleito de clase Rosa Lydia Velez y por consiguiente a los estudiantes de educación especial... Aunque a fin de cuentas muchos puertorriqueños también son especiales cuando se trata de su estatus político de preferencia.

Habrá que ver. El triunfo de el Viejito descansa en la responsabilidad social de los millenials boricuas. Aquellos que ves representados perfectamente en los comerciales de Medalla guiando una Range Rover en grupito a bañarse en la Mina en el Yunque. Aquellos que se van todos los fines de semana a la playa a beber Bacardi y jugar dominó. Aquellos que se la pasan en el Boricua o en El Local o en el To Go para gastar más chavos de lo que se hacen como "freelance artist" (otro día preguntaré de dónde viene ese dinero). 

Yo espero que al menos separen tiempo entre janguear y "trabajar" para ir un momento a una Junta de Inscripción Permanente con su certificado de nacimiento y una factura de agua y luz para al menos sacar una tarjeta electoral. El tiempo apremia pues tienen hasta el 16 de abril para poder votar en la primaria. Y no termina ahí pues todavía falta la elección general, y en esos comicios realmente pueden hacer algo que verdaderamente importa y no votar por los partido de mayoría (PPD y PNP) y dar un voto al PIP si verdaderamente crees en la independencia, o en el PPT si verdaderamente crees en un cambio radical y progresista para el gobierno de Puerto Rico.

Alternativamente puedes votar por Alexandra Lúgaro si te gusta su historial como luchadora social (que empezó hace apenas un año) o en Manuel Cidre si te gusta el pan de Los Cidrines.

Sunday, January 24, 2016

La Hostiosidad de las Morcillas

Qué se puede decir de las morcillas que no se ha dicho... aparentemente mucho pues no se ha dicho mucho de la morcilla. Como buen traductor, señalo que el plato se traduce en inglés a blood sausage, lo que a su vez se traduce al español como salchicha sangrienta. Se come en las Navidades aquí en Puerto Rico pero eso debería cambiar pues no hay nada más delicioso que una morcilla negra y crujiente, frita en un caldero con el mismo aceite que se usó para freír los tostones de pana (a lo que le dedicaré otra entrada un día de estos).

Admito, soy un freak de las morcillas. El exterior crujiente de la salchicha negra, aveces no es tan crujiente pero que se joda, al final del día se parte con los dientes. El interior suave y lleno de sangre cocida con no se qué carajo... recao y ajo según una receta que acabo de ver. Y un procedimiento culinario tan simple como cortar y freír. El concepto de "freír y comer" aplica excelentemente a las morcillas.

Desgraciadamente se relacionan las morcillas con la Navidad boricua, como tantas otras cosas puertorriqueñas que se relacionan con la llegada del niñito Jesús por razones que ni el mismo Satán podría deducir. Parrandas, pasteles, viandas, lechón asao... por alguna razón todo lo puertorriqueño se limita al periodo de tiempo entre Acción de Gracias y las Fiestas de la Calle San Sebastian. Después de eso volvemos a ser conductores fatales, ganzos listos, mentirosos ingenuos, aprovechaos del diablo, buitres oportunistas y cabrones en general.

No quiero insinuar que en la Navidad todo esto mágicamente se va, quiero insinuar en vez que la falta de morcillas en el sujeto puertorriqueño contribuye en su transformación a un sujeto transculturado. Ahora, quiero dejar claro que la transculturación del puertorriqueño produce rumbos nuevos para nuestra cultura actual, PERO a la misma vez tiene la inevitable consecuencia de olvidar el propósito y trasfondo de nuestras raíces culturales. Olvidamos el sentir comunal de la Navidad boricua para adoptar otras que estén acorde con pequeñas obsesiones que nutren la cabronería del día a día.

Pero, ¿por qué carajo comemos morcilla si las morcillas no son exclusivas a Puerto Rico?

Pues me encantaría saber por qué comemos morcillas, pero voy a seguir comiendo morcillas en lo que me ilumino sobre esta delicia negra. Pero más importante aún, el presente esta dominado por lo accesible que se vuelve el mundo y la ventana que el internet provee a otras culturas, antiguas o recién nacidas. No quiero desaprobar de que uno quiera vestirse de conductor de tren del año 1860 o que usen frases únicas al vocabulario urbano de Colombia, o hasta que se vistan en acorde a los trends de una revista de alta moda con nombre francés. Pero insisto que el puertorriqueño tiene su cultura... encapsulada perfectamente en una morcilla. Un plato que no es de aquí, pero ha estado aquí y seguramente alimentó a mis predecesores, y a un pueblo entero. ¡Dios bendiga las morcillas!

Bien negras y bien fritas
Eric De León Soto